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29 marzo, 2011

son cosas que hay que hacer

Funcionar. Un verbo con múltiples acepciones según la RAE pero con un denominador semántico común: “correcto desempeño”. Hay radios que funcionan, televisores que funcionan, ascensores que funcionan o licuadoras que funcionan. Del mismo modo podemos ampliar el radio de acción del verbo; hay empresas que funcionan, países que funcionan y relaciones que funcionan. También, volvamos los ojos a la realidad, hay en esta pléyade de ejemplos cosas que no funcionan y que terminan de definir, por oposición, los límites conceptuales.

Aceptada dicha delimitación para el verbo, y presuponiendo una visión de la realidad común, podemos aventurarnos a valorar qué cosas funcionan y cuáles otras no lo hacen sin temor a ser juzgados por imprudentes; la tele no enciende ergo no funciona.

Lo expuesto hasta ahora, que bien podría ser calificado cuando menos como una reflexión pintoresca, pasa por fundamental cuando nos movemos en los límites que algunos profesionales se empeñan en seguir trazando entre lo teórico y lo práctico; “esto está muy bien en teoría pero es que la realidad no es así” o “es que lo que funciona es esto”.

Llegados a este punto el lector se sorprende debido a la perturbación de las leyes de la semántica que se opera en el universo del marketing y la comunicación; mientras que en los universos adyacentes tanto la funcionalidad como el funcionamiento son escasamente opinables, en éste primero sí que lo son.

Directores de Marketing, Directores de Publicidad, Mandos Intermedios, Vicepresidentes, Adjuntos de la Dirección. Muchos de ellos contagiados de la filosofía del “cosas que hay que hacer”. ¿Pero en qué consiste esta filosofía? En nada realmente. La filosofía del “cosas que hay que hacer” disfraza el puro inmovilismo.

La filosofía del “cosas que hay que hacer” y el cortoplacismo.

Neguemos la mayor. Los próceres de “lo que hay que hacer” se escudan en el cortoplacismo: “a corto plazo es lo que funciona”, “no es realista”, “es pensar demasiado a largo plazo”, estas son frases que se repiten como mantras. Los que las enuncian obvian que, en comunicación (entendida en sentido amplio), el cortoplazo no existe. La construcción de la estrategia en comunicación siempre es a largo plazo.

Por mucho que se quiera, se necesite, se espere, una respuesta inmediata del consumidor, y aunque podamos interpretar ciertos movimientos en ventas como una reacción positiva a nuestra acertadísima elección de Chenoa como prescriptora de nuestras sillas para jardín; mientras mantengamos la visión que ha alentado esta estrategia, no haremos más que perseguir fantasmas.

Este razonamiento, aunque en apariencia irreprochablemente lógico, es incapaz de abrirse paso en según que instancias. Revestidas de un falso marchamo de profesionalidad se siguen tomando decisiones inexplicables desde muchas direcciones de comunicación, marca, marketing y/o publicidad.

No es posible establecer, de manera honesta, una relación directa entre la realización de acciones de comunicación a distancia o masiva (depende del manual), y su impacto en ventas. Es cierto que hemos desarrollado herramientas que nos proporcionan esta ilusión: GRP’s, franjas horarias, etc., que se aceptan como standard y sobre las que evaluamos la “eficacia” de nuestras camapañas. Pero también es cierto que es un hecho fehaciente que hemos abandonado la época de la cultura masiva. Si algún cambio se ha operado realmente en estos últimos años es el triunfo de la individualidad sobre el colectivo, si la cultura de masas es heredera del “prietas las filas” de la segunda guerra mundial, el individualismo es heredero de la “pax” derivada de la Guerra Fría. Por supuesto este cambio hay que tenerlo en cuanta en términos de consumo y para ello hay que tener una visión global de conjunto, teórica.

La filosofía del “cosas que hay que hacer” y los anuncios inexplicables

¿Quién los pensó? ¿Quién los aprobó? ¿Quién los pagó? ¿Quién los grabó? ¿Por qué? ¿Era necesario? Estas y otras preguntas asaltan la mente del profesional de publicidad ante el visionado de algunas de las piezas que realizan sus colegas; spots prescindibles, gráficas innecesarias, prescriptores que no deberían serlo. Es la publicidad hija de la filosofía del “cosas que hay que hacer”, del inmovilismo, del miedo. El principio que inspira esta publicidad es tan irracional, que sus frutos no pueden, por menos, que también serlo.

Con esta filosofía como bandera siguen desperdiciándose oportunidades, campañas innovadoras y soluciones auténticas; se opta por lo táctico, el remiendo y las medias tintas.

La filosofía del “cosas que hay que hacer” y lo que “funciona”

Se reflexionaba al principio del escrito sobre el significado del verbo funcionar. En este contexto que hemos trazado el contenido de del verbo se vacía de “correcto desempeño” y se llena de “impacto al menos no negativo”. Lo que funciona no es lo que funciona en sentido estricto, sino lo que no es reprochable a posteriori. Y por supuesto, si las decisiones no son arriesgadas, al menos en este país, no son reprochables.

Mientras tanto, seguimos mirando a Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Holanda, Alemania, Argentina, etc.

09 enero, 2010

Encuadre de la Filosofía Analítica

Esta entrada ha sido creada al calor de la lectura del artículo Neopositivismo y filosofía analítica: balance de un siglo del Dr. Jaime Nubiola. El artículo fue publicado originalmente en Acta Philosophica, VIII/2, 1999, 197-222

Cuando Hitler se anexiona Austria en el año 1938 no podía imaginar que tan perversa acción tuviera a la postre efectos benéficos para la humanidad.

04 enero, 2010

Tractatus


El límite que establece Wittgenstein en el prólogo del Tractatus responde a la voluntad del vienés de identificar el territorio propio de las afirmaciones de verdad. Afirmaciones que permiten el avance en el marco de la comprensión científica del mundo. Éstas serán identificadas como lo que es posible decir esto es, “la expresión de los pensamientos”.

01 enero, 2010

MMX

Este año nos lo vamos a comer. Este país lo vamos a sacar adelante sí o sí. Porque estamos capacitados para ello, porque queremos, porque lo necesitamos, porque no hay otra opción, porque es nuestro momento, porque los de antes han podido, porque ni ZP ni Rajoy van a tener cojones de hundirnos a pesar de sus intentos y, sobre todo, por que es nuestro.

Que tengamos todos un prospero año.

31 diciembre, 2009

De por qué algún día no muy lejano me iré a vivir a China o Sí, también sé de Economía.


Leo en Inadecuado lo siguiente: "Según un informe presentado en Washington por el Tesoro de los Estados Unidos, China ha pasado a ser su principal acreedor extranjero. Esto significa que entre China y Japón, son dueños de más del 40% de todas las participaciones norteamericanas". El (atención topicazo nivel Master del Universo) Gigante Asiático posee nada menos que 585.000 millones en bonos del tesoro estadounidense. Esto significa, a grandes rasgos, que en un futuro no muy lejano nos podemos encontrar en un escenario similar al del período posterior a la II Guerra Mundial. Esto es, cuando EEUU se erigió definitivamente en primera potencia gracias a los ingentes beneficios que le reportó la deuda que contrajeron los aliados con ellos.

Recordemos que el auge experimentado por EEUU en la época a la que hacemos referencia (años 50-60) se caracterizó por el inicio de la carrera espacial, el despegue de la televisón como medio masivo y por una producción industrial sin precedentes. Este triumvirato de características ni es baladí, ni está elegido al azar. Todo sigue un orden lógico. Los avances tecnológicos que se consiguieron durante la carrera espacial se aplicaron a la industria, que pudo así fabricar más y mejor. A su vez, estos nuevos productos fueron publicitados en el nuevo medio de masas (la tele para los amigos). Aquí y ahora es cuando se funda la sociedad de consumo tal y como la conocemos hoy.

Bueno a lo que iba. Lo que quiero decir es: que es la misma situación pero cambiando los cromos. Que los chinos nos comen con patatas y que están empezando a ponerse las pilas con el tema de la calidad. Que no todo va a ser fabricar el dragón que lucha con el pulpo en formato reloj plasticoso y que sí, el tema Comunicación en la China mandarina pues da un poco de miedo y puede parecer arduo y tal pero el que tenga cojones y le salga bien la jugada... Ahí hay pasta gorda.

26 diciembre, 2009

Tiempo extraño


Por razones históricas siempre viajo el día de Nochebuena. Esto me permite observar como, conforme se acerca la hora de la cena, se va transformando el panorama de nuestras ciudades. A partir de las 8 o las 9 las calles presentan un aspecto desértico. El sistema se paraliza casi por completo (siempre hay alguien que pringa claro está). Esto es especialmente notorio en las vías de acceso y las rondas de circunvalación en cualquier ciudad de tamaño medio-grande de España. Todas las grandes superficies están cerradas. Nada funciona a una hora a la que cualquier otro día los negocios estarían en plena actividad. Cualquier persona que no este ese día a la hora estipulada en el lugar estipulado por la prescripción de lo tradicional se puede considerar un paria.

Sobre el silencio


Vivimos una época profusa en virtudes. Conocemos el universo con una profundidad que no hubieran podido sospechar los padres de la astronomía, los avances de la medicina han permitido alargar la esperanza de vida y la calidad de ésta, los sistemas de transporte de masas contemporáneos así como la comunicación global en tiempo real han acortado las distancias y las nostalgias, la concienciación de la sociedad en la defensa de los derechos humanos es cada vez mayor. El mundo bulle hoy en día a pesar de todas las penurias pasadas.

La creatividad como profesión


Conseguir transformar la escritura de modo de vida en medio para vivir. Éste es el reto de los juntaletras profesionales. La incertidumbre vital que se cierne sobre el escribidor es análoga a la experimentada ante la hoja en blanco. Confiar el futuro a la capacidad de producción intelectual, propia y distinta, tiene algo de quijotesco, particularmente en la actualidad.

23 diciembre, 2009

Lo nuestro

La civilización democrática se salvará únicamente si hace del lenguaje de la imagen una provocación a la reflexión crítica, no una invitación a la hipnósis.

Umberto Eco