09 enero, 2010

Encuadre de la Filosofía Analítica

Esta entrada ha sido creada al calor de la lectura del artículo Neopositivismo y filosofía analítica: balance de un siglo del Dr. Jaime Nubiola. El artículo fue publicado originalmente en Acta Philosophica, VIII/2, 1999, 197-222

Cuando Hitler se anexiona Austria en el año 1938 no podía imaginar que tan perversa acción tuviera a la postre efectos benéficos para la humanidad.
Debido a la invasión nazi se disuelve el Círculo de Viena y sus representantes han de huir, principalmente a Norteamérica, impregnando las cátedras de filosofía de las principales universidades del país del positivismo lógico que se había desarrollado al calor de los mejores pensadores centroeuropeos de principios del siglo XX y que perviviría, transformado, para vivir una segunda juventud al abrigo del pragmatismo.

Aunque en Filosofía siempre es necesario un análisis histórico, vaya por delante que esta evolución no acontece de una manera tal que podamos hacer un sencillo eje cronológico con etapas fácilmente identificables, es más, la filosofía analítica en un primer momento, y como consecuencia inmediata de su disposición teórica como ampliación de la ciencia, obvia toda referencia histórica. Esta posición ha sido abandonada en las últimas décadas debido a la lógica evolución de la materia en cuestión y de la necesidad subsiguiente de “inventariar” tales progresos. El principal avance en esta dirección, la del enfoque histórico, ha sido la inserción como miembro de pleno derecho de la filosofía analítica en el ámbito de las humanidades.

Esta actitud rompedora con la tradición viene dada por la mucha sangre vienesa que seguirá fluyendo por las venas de la filosofía analítica. Se ha de recordar que el manifiesto del Círculo lo presentaba como un movimiento decididamente revolucionario respecto de la filosofía académica tradicional. Esto, junto con su propuesta colectivizadora al estilo de las ciencias positivas y una marcada actitud antimetafísica frente a la fe ciega en el discurso de la lógica causarán sensación durante décadas. Se recharán desde la tradición escolástica hasta el idealismo alemán, pasando por el apriorismo kantiano, todas bajo la acusación de metafisicistas. Podríamos resumir esta oposición en la ilegitimidad de las proposiciones de hechos más allá de las experiencias sensibles introduciendo la novedad de que tal ilegitimidad está dada por la imposibilidad de “decir” tales proposiciones, eludiendo el análisis del hecho al que refieren.

Este hecho al que se puede denominar “giro lingüístico del filosofía” caracteriza la filosofía del siglo XX. El alcance del lenguaje y la relación con el mundo que representa hacen replantear los tradicionales problemas de los que se venía ocupando el pensamiento en unos términos en los que no se había hecho hasta ahora, no como meros “problemas de palabras” sino en términos de formulación. Un problema bien formulado incrementará exponencialmente las posibilidades de resolución, por tanto una visión nítida del lenguaje será esencial en el esclarecimiento de los problemas que plantea el pensamiento. Es en esta búsqueda de una conceptualización sistematizada y en el análisis de las formas donde se nota más a las claras la influencia fregeana.

Bajo esta perspectiva la tarea filosófica es concebida como algo básicamente analítico en cuyo transcurso, parafraseando a Frege, se libera la mente humana de esa servidumbre descubriendo las ilusiones que aparecen casi de modo inevitable en el uso del lenguaje.

Resulta inevitable cuando se alude a esta tradición no mencionar a Ludwig Wittgenstein, principal agente difusor de la filosofía analítica y pensador de referencia para el Círculo de Viena. Rebatiendo el atomismo lógico heredado de Russell y con una actitud marcadamente contraria a las consecuencias de esta tradición, el vienés aboga por la idoneidad del lenguaje y sitúa el centro del problema en la interferencia del método científico en la resolución de los problemas filosóficos. El método wittgensteniano se caracteriza por una penetración intuitiva en los problemas de relación pensamiento-lenguaje-mundo renunciando a las propuestas reduccionistas del positivismo lógico.

La tradición analítica, que gozara de tanto predicamento en el siglo XX, sobre todo en su primera mitad, se considera clausurada desde algunos ámbitos académicos en la actualidad aunque siga siendo la corriente dominante en el ámbito académico de habla inglesa. De hecho sigue habiendo producción de textos que se enmarcan en la tradición analítica aún hoy a principios del siglo XXI aunque se nota un cierto declive causado por “vicios” que la acompañan desde su fundación, como lo es el hecho de ser una disciplina de carácter fragmentario.

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